La inauguración del MAF fue posible en buena medida gracias a las donaciones de particulares, que durante años habían guardado y conservado en sus domicilios piezas encontradas en nuestro entorno.
La donación de las mismas permitó su catalogación y posterior exposición y conservación en el MAF.
A la derecha tiene los datos de la mayor parte de las piezas expuestas, en las que se incluye el yacimiento, tipo de objeto, adscripción cronológica, breve descripción, así como el depositante. No obstante le recomendamos encarecidamente visitar el MAF para poder disfrutar de estas piezas in situ.
Desde la dirección del MAF y el Ayuntamiento de Frigiliana queremos agradecer sus aportaciones a:
- Pablo Rojo Platero
- Emilio Fernández Fernández
- Manuel Rodriguez Escobosa
- John Wilkins
- Adolfo Moyano Jaime
- Fernando Medina Gálvez
- Herederos de D. Antonio Navas
- Miguel Cortés Sánchez
- José Loma
- José Acosta Pérez
La historia de Frigiliana está contada en estas piezas. Le ampliamos los detalles de algunas de las expuestas en el MAF para que descubra en mayor profundidad algunos detalles de nuestro pasado.
Cráneo de niño

- Expuesto en la vitrina nº 3, número de inventario 166 (233), cráneo completo con mandíbula de individuo infantil.
- Cronología: Neolítico
- Procedencia: Cueva de los Murciélagos o Cueva Frigiliana I.
Apenas vivió ocho años, como delatan sus rasgos anatómicos, propios de un individuo de corta edad.
A través del estudio de sus huesos, la osteoarqueología permite analizar los restos óseos humanos procedentes de yacimientos arqueológicos y conocer su edad, su sexo o algunas de las enfermedades que padeció o, a veces, las causas de su muerte. Toda esta información, junto a los objetos que le acompañaban en su tumba o la forma del enterramiento, nos permite aproximarnos a cómo se abordaba el fin de la existencia, la muerte, en la comunidad a la perteneció.
Por otra parte, aunque hoy contemplemos su desnuda calavera, desprovista de sus rasgos carnales humanos, mediante técnicas de antropología forense, podríamos reconstruir su rostro infantil.
Este cráneo procede de un enterramiento hallado en la cueva de los Murciélagos. Como ajuar funerario se depositó un vaso de cerámica y otros elementos.
Un enterramiento representa con frecuencia el único reflejo observable en la actualidad de los ritos funerarios de las sociedades prehistóricas. Desde el Neolítico hasta nuestros días, el tránsito entre la vida y la muerte, aun siendo universal, se ha vivido de muy diversas maneras. En este tiempo los individuos eran enterrados en posición flexionada sobre un costado (izquierdo o derecho) semejante a la posición del feto dentro del vientre de la madre. Quizás estableciendo una relación entre el nacimiento y la muerte.
Dedal de guarnicionero
- Expuesto en la vitrina nº 9, número de inventario 170 (3), dedal de guarnicionero.
- Cronología: Época bajomedieval
- Procedencia: El Fuerte.
Ya en las tumbas de los faraones se hallaron pequeños dedales de cuero utilizados por las reinas egipcias, hábiles tejedoras. En épocas de los romanos, se utilizaban dedales metálicos conocidos como “digitale” “digitabulum”.
En la edad media se fabricaban en bronce y se han encontrado dedales más alargados que los que se usaban para la costura, y eran utilizados por los guardicioneros, alpargateros y alabarteros.
En el siglo XVIII, el dedal constituía un regalo de lujo que los jóvenes de la nobleza hacían a sus novias. Las damas de este siglo los utilizaban, la tapa superior de sus dedales como sello para firmar sus cartas, dado que en la época era tan importante el dominio de la escritura como el de la costura.
El dedal para hombre (sastre) tiene forma de un pequeño cono hueco y abierto en ambos extremos, mientras que el dedal para mujer está cubierto en su parte más angosta, interiormente es liso y exteriormente tiene pequeños dibujos; es ahí donde se apoya la parte inferior de la aguja cuando se cose, evitando así el riesgo de lastimarse con el reiterado contacto. El dedal se coloca en el dedo medio de la mano derecha y sirve para empujar la aguja, en cada puntada, permitiendo ejercer presión sin pincharse.
El número de inventario 170 (3), del Museo Arqueológico de Frigiliana corresponde a un dedal de guarnicionero, realizado en bronce, con unas dimensiones de 2,4 cm. 4,4 cm. de estructura cilíndrico-cónica hueca y muy buen estado de conservación. La zona de la base está recorrida por varias líneas incisas (tres en la base y tres más arriba) que delimitan un espacio intermedio liso, a modo de friso, decorado con invocación en caracteres cúficos. Todo el cuerpo central presenta un marcado punteado regular, que pasa a ser irregular hasta llegar al ápice, que es liso y está delimitado por otra línea incisa, confirmando el uso lateral del objeto.
Comentario sobre este tipo de piezas:
Los dedales de guarnicieros cilindricos-cónicos, empleados por guarnicioneros (el que trabaja el cuero), talabarteros (guarniciero que trabaja correajes) y alpargateros , son relativamente frecuentes en yacimientos islámicos de Al-Andalus, La mayoria proceden de Andalucía y Sureste peninsular, lugares en los que tuvieron gran desarrollo las industrias familiares de artesanía textil, relacionadas con la manipulación de fibras vegetales como el lino y el esparto, asi como el trabajo del cuero.
Es frecuente la decoración del friso de la base con alguna invocación en caracteres cúficos, por lo que se ha pensado en un probable uso como protector de los dedos en el manejo de armas ligeras, como arcos o ballestas.
Lámina de sílex
- Expuesto en la vitrina nº 1, número de inventario 166 (34), lámina prismática.
- Cronología: Neolítico final, Calcolítico.
- Procedencia: Cueva de los Murciélagos.
En la primera vitrina a la derecha que encontramos al entrar en el Museo, se expone una única pieza, el número de inventario 166 (134) que corresponde a una hoja prismática de dos aristas, talón en espolón y filos cortantes. Realizada sobre sílex, con unas dimensiones de aproximadamente unos 17 cm.
Hojas como esta se fabricaban y usaban ya en los albores de la Prehistoria. Golpeando con sabiduría artesanal algunos tipos de pedernales o sílex se obtienen productos cuyos filos cortantes pueden ser utilizados a modo de cuchillos o transformarse en herramientas más elaboradas mediante retoques de sus bordes.
La utilización de los artefactos sobre pedernal está relacionada con multiples actividades, entre ellas cabe mencionar las relacionadas con la caza, la recolección de diversos productos vegetales, la preparación de alimentos, las manufacturas en piel o de utensilios en hueso o asta o la creación de elementos ornamentales (colgantes, anillos, etc.).
En concreto la hoja de sílex expuesta en la vitrina puede atribuirse al Neolítico o al Calcolítico. Hay que recordar que, durante casi 100.000 años los grupos humanos que ocuparon el territorio de la Axarquía vivieron de la caza, la pesca y la recolección de alimentos, hasta que hace unos 7.500 años apareció una forma de vida diferente, basada en la agricultura y la ganadería. Esta nueva etapa se conoce como Neolítico, al que le sucede la edad del Cobre o Calcolítico. Algunos de los cambios fueron una nueva alimentación basada en el cultivo de cereales (trigo y cebada) y la cría de animales domésticos, como cabras, ovejas y cerdos. La aparición de nuevas herramientas, por ejemplo hoces y taladros, fabricados de materiales ya conocidos como el sílex.
Por medio de la traceología podemos determinar para qué y de qué manera se utilizaron las herramientas de piedra. El estudio se basa en las marcas que dejan, en las herramientas de piedra, la carne, la madera, la piel, los vegetales y todos los materiales utilizados por los grupos humanos en sus tareas diarias. Así, la utilización como hoces de sílex deja un característico “lustre de cereal”, lo mismo ocurre con el fileteado de la carne, el trabajo de la piel, el aserrado de huesos o maderas o la fabricación de ornamentos.
Debido al importante papel que tienen estos objetos en la vida cotidiana es por lo que al final del Neolítico e inicios del Calcolítico, es usual encontrar estas hojas formando parte del ajuar funerario (objetos de uso cotidiano que son colocados con el cuerpo del difunto en su tumba).
Urna funeraria
- Expuesta en la vitrina 7. Número de inventario 153 (1), Ánfora.
- Cronología: Fenicio
- Procedencia: Cerrillo de las Sombras
- Comentario: la decoración y color de este vaso, inspiraron el logotipo y colores de nuestro Museo.
Anfora tipo cruz del Negro con asa geminada y decoración a base de círculos concéntricos y bandas. En su interior se halló un fragmento de mandíbula humana y diversos restos óseos humanos presumiblemente cremados de incineración, una fíbula de doble resorte y una pulsera.
Estos vasos reciben su nombre del yacimiento homónimo, localizado en la zona de Los Alcores en Carmona (Sevilla), donde fueron encontrados por primera vez este tipo de vasos, están presentes tanto por hábitats fenicios como indígenas y se documentan desde el siglo VIII a.C. En términos de cronología arqueológica convencional, nos hallamos en la Primera Edad del Hierro.
Con la llegada de los colonos fenicios a la Península Ibérica, este tipo de decoración a bandas y el uso del torno van a prosperar en los distintos ámbitos culturales de la Edad del Hierro peninsular, apareciendo atestiguada en la cultura Ibérica, de donde a su vez pasan al mundo celtibérico y al legado cerámico de los demás pueblos prerromanos de la Meseta norte. Por tanto, la tradicional cerámica con decoración pintada a bandas de la Edad del Hierro peninsular, procede de la cerámica bícroma introducida por los fenicios en la Península Ibérica a partir del siglo IX a.C.(antes de Cristo).
El uso dado a este objeto fue de urna funeraria. En su interior aparecieron los huesos cremados de un cadáver, carecemos de análisis antropológicos por lo que desconocemos, sexo, edad….., una fíbula de doble resorte, una pulsera y presumiblemente la prenda que vestía el/la difunto/a cuando fue cremado/a, por la presencia de este broche (fíbula), utilizado por hombres y mujeres para sujetar las prendas de vestir a modo de alfileres o imperdibles, conocemos que la persona poseía un alto estatus social, señalado como seña de identidad y rango social por la indumentaria y los adornos de los que se acompañaba hasta la vida de ultratumba, en la que creían los Fenicios.
Que decir sobre la preparación de los rituales funerarios, es evidente que el cuerpo del difunto debió ser preparado de alguna manera para la ceremoria de los funerales y su contacto con la divinidad. En primer lugar se purificaría el cadáver en el caso que nos ocupa, la acción del fuego cumpliría con este papel. En el rito de incineración, el cuerpo era quemado en una pira, una vez finalizada esta, los huesos eran recogidos y depositados en una urna. En la cremación las partas blandas del individuo eran descompuestas en honor a los dioses y los huesos eran recogidos y guardados como signo del lugar donde será enterrado y como conexión con los vivos que seguirían estando en contacto con él.